martes, 4 de abril de 2017

Cuando se van

Buenos días lectores, antes de que terminase el mes de Marzo quería haber publicado algo pero las circunstancias se me impusieron, ya que he tenido funeral.


Los acontecimientos que acompañaron dicha causa para mí, han sido terribles, jamás pensé ver lo que vi ni vivir lo que viví, no es que sea algo terriblemente grave ni algo terriblemente sorprendente pero, han sido unos detalles que realmente se me han quedado a fuego en el pecho y pensar, que a esas personas las tengo que seguir viendo y fingir que las quiero, hace que se me extienda la rabia y la frustración.

No he ido a muchos funerales, todo hay que decirlo, pero no son como en las pelis ni te sientes como en las pelis, siempre se pintan los funerales como que hay que pensar en el fallecido y animar a los familiares que están allí, que todos están alrededor de la tumba, nada más lejos, y que después todos se reúnen, otra hipocresía.

En mi caso, sí que hubo ánimos para la familia pero lo que mas se hizo fue hablar de temas sin importancia, preguntas tontas que sinceramente no sé por qué las hacen a veces, despedirse en voz alta del fallecido, me parece una hipocresía mayor ya que parece que quieres dar una imagen que realmente no sabes si se siente o no.

Yo no me despedí, yo no quería ni ver el cadáver porque cada vez que pienso en esa persona la primera imagen que tengo, es la de su rostro dentro del ataúd y no es que sea impactante, que para algunos puede serlo pero, tapa otros recuerdos más importantes.

Todos moriremos algún día, siempre se dice, pero cuánto más tarde sea, mejor, dependiendo de la edad que tengas claro, en éste caso mi familiar ya era bastante mayor y llevaba sin su pareja más de quince años y al pensarlo, puede sonar cruel pero siempre decía "que se muera ya, para que se reúna con su mujer, lo que está viviendo ahora ya no es vida".

Cuando alguien fallece siempre queda un vacío, para unos más y para otros menos o nada, en mi caso es algo intermedio ya que ha sido algo derivado de la edad, pero en otros que es por enfermedades crónicas o accidentes es peor, es tan inmediato o tan duradero que uno lo lleva peor.

Lo de Momo para mí, ha sido la muerte más impactante hasta ahora, porque era mi niño, mi pequeño reflejo, si yo me movía él me seguía, si yo me acercaba venía y era un simple y maravilloso conejo, que cuando supe que tenía que eutanasiarlo para que no sufriera, sentí cómo me arrebetaban a mi pequeño y aún hoy lloró, echándole de menos.

Nadie lo entiende, solo aquellos que aman a los animales como iguales y no como mascotas pero en cierto modo, también es diferente con los humanos, es diferente pensar que le pasa algo a mi pareja, que a mi hermana, que a mi padre y etc.

Cuando se van, te obligan a hacerlo rápido, tienes que pagar por su muerte, pedir explicaciones, pagar para recibir la herencia (según qué casos), te obligan, sin querer, a superarlo rápido y es ahí cuando piensas en que da igual, que parece que a nadie le importa la muerte de nadie, todo se reduce a quiénes están vivos.

Perdonad mis divagaciones, estoy algo perdida en el tema éste debido a mis circunstancias pero, sí que tengo algo claro: vivir no es sólo ser joven, ni morir es que nuestro cuerpo deje de respirar.

Un saludo.

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